Tal como decíamos en la anterior entrada, el tiempo de recreo es un momento de la jornada escolar con la misma o mayor importancia que el resto de momentos de la jornada escolar, para cualquier alumno, tal como está recogido en la normativa vigente. En los casos de alumnado con TEA, es un importante momento en el que precisan de una guía, un acompañamiento que ordene y dé estructura al caos y el desorden que caracterizan este tiempo de recreo, además de apoyo en el establecimiento de las relaciones sociales que en él se establecen.
Tanto profesionales de la educación como familias saben que es un tiempo sin estructura alguna, marcadamente social. Hay muchísimos sonidos y ruidos: voces, carreras, risas, gestos, movimiento de muchas personas en diferentes direcciones… ¿Cómo interpretar todo eso cuando tu sistema sensorial se bloquea o se satura de estímulos? ¿cómo entender a qué juegan cuando nadie te lo explica?..
Por ello, es necesaria una metodología planificada de forma previa, que haga que nos sigamos adaptando a estos alumnos de la misma forma que en el resto de la jornada. Por supuesto, la flexibilidad deberá ser el punto de partida.
La Asociación Autismo de Córdoba nos propone las siguientes premisas para comenzar a organizar nuestra respuesta educativa:
- Hacer el recreo lo más motivante posible, partiendo de sus gustos e intereses.
- Clasificación y emparejamientos, ya que es uno de sus puntos fuertes y les da seguridad.
- Evitar el aprendizaje por ensayo/error, procurando que sus aprendizajes sean desde un inicio correctos.
- Moldeamiento y encadenamiento, partiendo de refuerzos positivos.
- Fomentar la enseñanza en entornos naturales (casa, colegio, parque…) para favorecer la generalización. La familia toma en este punto un papel primordial.
- Evitar estímulos innecesarios, teniendo en cuenta las dificultades en coherencia central de estas personas.
Ahora bien, para introducir juegos guiados debemos previamente realizar una evaluación inicial, tanto de las necesidades del niño como de la dinámica del patio. Partiendo de la observación activa: ¿qué sucede en el patio?, ¿qué flujo de juego hay?¿ qué hacen durante el patio los niños y niñas con autismo de ese colegio?.
A nivel individual, se deberá tener en cuenta el nivel de relacion del alumno con TEA, y si su probable falta de motivación hacia la relación con otros se debe a eso, a falta de motivación, a experiencias anteriores no exitosas…o más bien a la falta de estrategias, y la baja autoestima y sentimientos de fracaso que ello conlleva.
Sólo entonces podremos trazar líneas de actuación a través de una estructuración espacio-temporal adecuada, y delimitar las claves visuales, las metodologías específicas para TEA que sean necesarias.
De nuestra intervención se beneficiaran, sin duda alguna, todos los alumnos. Juegos que han ido pasando de generación a generación y que se han olvidado, pueden ser recuperados. Las claves visuales son atractivas para cualquier alumno. Los más pequeños pueden ser incorporados a juegos con otros más mayores… y un largo etcétera.
Debemos cuidar que esta mezcla de edades redunde en beneficio del alumno con TEA, y no le sirva para evitar situaciones de evitación social. Tal como Autismo Sevilla nos recuerda, si el desarrollo de las competencias socio-comunicativas del alumno con TEA lo permite, debemos darle estrategias para la participación con sus iguales, evitando caer en conductas y rutinas que le llevan a acomodarse a una situación que ya no es propia de su edad (ej. ir a buscar a alumnos más pequeños para jugar a los juegos que ya domina, pero que no son de su grupo de referencia y difícilmente podrán forma parte de su red social de apoyo, mantener en el tiempo comportamientos poco adecuados para ciertas edades como por ejemplo chivarse a un adulto ante cualquier situación…. lo que a su vez le merma así su nivel de inclusión social- real y significativa- con los compañeros de su grupo de referencia).
Por otra parte, debemos esperar y tener en cuenta su tendencia a tener y conservar unos intereses en muchas ocasiones restringidos. Aunque siempre habrá que respetar los gustos e intereses de las personas con TEA, también habrá que animarles a probar cosas nuevas.
Las actividades pueden dividirse en varios bloques: con el profesorado y monitores, con toda la clase, con los padres, y actividades más específicas de habilidades sociales para el alumno con TEA.
Todas estas intervenciones deben estar plasmadas en el Proyecto Educativo. El claustro de profesores debe contar con información/ formación sobre las características psicológicas y comportamentales de los alumnos con TEA, pues es la vía para que puedan detectar cuáles son sus necesidades y ofrecerles el apoyo que necesiten en cada caso.
Por último, no debemos perder de vista el fin prioritario: conseguir que esas interacciones pasen poco a poco a convertirse en relaciones en las que todos los implicados aportan y disfrutan, extendiéndose a otros contextos y momentos. Es en definitiva, posibilitar que el alumno con TEA pase de tener compañeros a tener amigos.
Para saber más:
Guía Aprendo en el Recreo (Autismo Sevilla)
Proyecto “¿A qué jugamos?” Inclusión del alumnado con TEA en el tiempo de recreo en centros escolares
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