Las Funciones Ejecutivas son un conjunto de procesos cognitivos que nos ayudan a conectar la experiencia pasada con la acción presente. Las personas utilizamos estas habilidades para realizar acciones como la planificación de tareas y objetivos, la organización de los pasos a seguir, el uso de estrategias, el control de nuestra atención, manejar más de una cosa a la vez, o controlar y gestionar el tiempo.
La literatura científica actual coincide en señalar la disfunción en las Funciones Ejecutivas como el déficit neuropsicológico principal en el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Debido a esto, los niños que presentan este diagnóstico suelen tener problemas para planificar proyectos o tareas, hacerse una idea de cuánto tiempo les llevará hacer los deberes, iniciar actividades o tareas, generar ideas de forma independiente o recordar información importante mientras se realiza otra tarea.
Así pues, dentro del abordaje multimodal del TDAH resulta fundamental incluir el entrenamiento en Funciones Ejecutivas, favoreciendo su desarrollo tanto en el ámbito escolar como familiar.
El primer paso deberá ser establecer una rutina diaria acompañada de un horario visual. Establecer rutinas en la infancia es de gran importancia, y más aún cuando existen dificultades en la memoria de trabajo, la atención y el control del tiempo. Tener un horario que consultar ayudará al niño a saber qué va a pasar y qué se espera de él en cada momento, favoreciendo su autonomía.
Para evitar las dificultades asociadas al déficit en memoria de trabajo, debemos evitar el uso de varias instrucciones al mismo tiempo. Es importante dar instrucciones de una en una, de una forma clara y concisa, utilizando frases cortas.
Con respecto a la planificación, organización y establecimiento de prioridades, se exponen las siguientes estrategias:
• Planifica pequeños objetivos que sean claros y secuenciados. Cualquier tarea u objetivo, por pequeño que sea puede secuenciarse en pasos. Debemos enseñar esta habilidad a nuestros hijos para que sean capaces de abordar tareas muy generales, como por ejemplo “ordenar su cuarto”. Se recomienda elaborar juntos una guía de pasos secuenciados que pueda ir tachando a medida que los vaya completando, y que le guíen para realizar la tarea adecuadamente.
Esta estrategia también es útil a la hora de realizar un proyecto académico largo. Le podemos indicar que piense en él como si fuese una “película mental”, y que descomponga las tareas complejas en otras más pequeñas y manejables, como si fuesen las escenas de la película. Podemos utilizar una hoja o una pizarra para facilitar el proceso y que sea más visual.
• Organizar los materiales: es importante que todo el material tenga un lugar definido para facilitar la organización y el orden. Podría ser interesante marcar un horario fijo durante la semana para la limpieza y la organización de la mochila, haciendo de ello una experiencia agradable y crear así un hábito. Otra idea puede ser utilizar alguna carpeta de un color llamativo para los trabajos o notas importantes que haya que traer del colegio a casa y viceversa.
• Establecer prioridades: enseñar específicamente a priorizar basándonos en la fecha de vencimiento de la tarea, el nivel de dificultad, o el estrés que generan.
Con respecto a la conciencia del paso del tiempo y la gestión temporal:
• Utilizar ayudas visuales: Existen relojes llamados “time timer” que ayudan a visualizar el paso del tiempo, y comprender cuánto queda para finalización de una tarea. Otro tipo de relojes visuales, como los relojes de arena, también son de utilidad.
• Ayudar a estimar el tiempo que llevará una tarea: antes de empezar un ejercicio podemos pedirle que estime cuánto tiempo cree que le llevará. Lo apuntamos, lo cronometramos y al final le ayudamos a reflexionar. ¿Me ha faltado o me ha sobrado tiempo? ¿Qué ha pasado? Con esto ayudamos a crear conciencia del paso del tiempo y a gestionar el tiempo necesario para la realización de tareas.
Con respecto a la monitorización de la propia conducta, recomendamos las siguientes estrategias:
• Utilizar guías de autoinstrucciones: las autoinstrucciones consisten en pensar en voz alta. El primer paso para desarrollar esta habilidad empieza con el modelado: debemos pensar en voz alta delante de nuestro hijo, verbalizando cosas como “¿Qué tengo que hacer? Ah, primero haré esto, y después esto, con cuidado de no equivocarme. ¿Lo estoy haciendo bien?”. Además de ejercer de modelo se recomienda entrenar en su uso diario. El programa “Aventura Pirata” (Editorial TEA) resulta muy útil para ello.
• Revisar siempre la tarea al terminarla. Desde un punto de vista positivo, buscaremos los errores y reflexionaremos acerca de por qué los hemos cometido. Para errores muy frecuentes, podemos crear una pequeña lista personalizada de “errores a tener en cuenta”.
Por último, exponemos estrategias a tener en cuenta para mejorar la motivación:
• Debemos asegurarnos de que realmente puede hacer lo que le estamos pidiendo que haga: es necesario ajustar la tarea a su nivel de desarrollo, para que sea capaz de lograrlo. Esto aumentará su motivación intrínseca.
• Si tiene problemas para iniciar o empezar las cosas, dar una pequeña clave: o bien establecer una rutina y decir en voz alta el primer paso, o pensar conjuntamente en una palabra clave o en el uso de una alarma.
• La percepción de eficacia influye enormemente en la motivación de los niños. Si perciben que la tarea es demasiado difícil, su motivación disminuirá, aunque realmente tenga capacidad para realizarla.
• Cuando sea posible, ofrece opciones sobre qué hacer o cómo hacerlo. La autonomía genera motivación.
• Elogia el comportamiento de tu hijo siendo lo más específico posible.
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