Una de las causas más frecuentes por la que los padres solicitan ayuda o asisten a especialistas (previamente al diagnóstico de Trastorno del Espectro Autista-TEA-) es el retraso en la adquisición del lenguaje. Aproximadamente, el 50% de las personas diagnosticadas de TEA no adquieren lenguaje expresivo (tanto en casos en los que la edad mental justifica dicha ausencia como casos en los que según la edad mental se podría desarrollar, pero se aprecian déficit graves de comprensión o mutismo-5% de los casos).
Además, las alteraciones en lenguaje y comunicación parecen estar presentes por igual en ambos sexos (Mahendiran y colaboradores, 2019). Es decir, generalmente la ausencia de lenguaje o comunicación suele ser una de las señales de alerta. Atender a dichas señales de alerta es fundamental, ya que hace posible una detección precoz del TEA y, en consecuencia, una derivación a los especialistas oportunos. A los 12 meses de edad, existen un conjunto de señales muy relevantes, y que están relacionadas con dicha adquisición del lenguaje o comunicación: pobre contacto ocular, disminución de la mirada a la cara de los otros, falta de respuesta al nombre, ausencia de conducta de señalar, de mostrar cosas y compartir intereses (protodeclarativas o protoimperativas), así como escaso interés en la relación interpersonal (Carrillo y Martos, 2015).
«Formación Ecolalia: Prevención E Intervención»
12 – Diciembre 2020
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Si bien, en los casos en los que se llega a desarrollar, el lenguaje es muy característico y con alteraciones variadas. La aparición suele ser tardía. En pragmática, son frecuentes las ecolalias, la inversión pronominal, las dificultades en respeto de turnos conversacionales, utilización menor de funciones de informar y regular la conducta de los otros a través del lenguaje, uso de frases inapropiadas e interpretación literal de los mensajes (dificultad para comprender chistes, dobles sentidos o ironías). En semántica, se puede llegar a desarrollar bastante vocabulario, si bien se suele limitar a objetos inanimados (y no a términos de experiencias personales como papá, mamá, adiós…). Además, en ocasiones el vocabulario puede ser extenso pero limitado a sus áreas de interés. Los verbos suelen estar más asociados a rasgos y sucesos perceptivos (andar, comer…), y en menor lugar a verbos mentalistas (pensar, imaginar, creer…).
En adquisición de lenguaje, uno de los objetivos principales es “conectar” al niño con su entorno, estableciendo un medio de comunicación (conductas de petición o demanda).
Generalmente, se observa un patrón conocido como “uso instrumental del adulto”, en el que los niños/as utilizan a sus padres como meras herramientas para conseguir aquello que desean (apenas sin mirarlos los dirigen hacia el lugar donde está el objeto que desean). Por tanto, la intervención debe comenzar favoreciendo la intención comunicativa del menor: enseñando conductas instrumentales de demanda o petición. Señalar es el primer gesto que tiene extraordinaria importancia en comunicación, por sus características de ser intencional, intersubjetivo y simbólico. Habitualmente ausente en niños con TEA, requiere una enseñanza explícita (Carrillo y Martos, 2015). Por otro lado, siempre hay que asociar situaciones interactivas del niño con acontecimientos agradables, para seguir promoviendo un interés comunicativo.
Del mismo modo, las primeras palabras que hay que estimular (o aproximaciones a palabras, puesto que la articulación puede ser deficitaria), estarán referidas a objetos del interés del niño/a (funcionalidad). En la estimulación del lenguaje suelen jugar un papel fundamental los Sistemas Aumentativos o Alternativos de Comunicación (SAAC).
Los SAAC promueven la aparición, en los casos en lo que es posible, del lenguaje oral. En el momento de elegir un SAAC, se deben tener en cuenta factores como el nivel intelectual del niño (y sobre todo, el nivel de representación que es capaz de comprender), la posibilidad de trasladar el sistema elegido a otros ámbitos (familia y escuela fundamentalmente), y la destreza motora y capacidad de imitación (en el caso de que el sistema elegido sea gestual). En cualquier caso, el sistema debe ser individualizado y adaptado a las características de cada niño/a en concreto (Carrillo y Martos, 2015). Además, el empleo de un SAAC consigue una mejoría no solo en el lenguaje y la comunicación, sino también en la conducta (Fortea-Sevilla y colaboradores, 2015).
La importancia de estimular y favorecer la adquisición del lenguaje en menores con TEA reside en los resultados de diferentes estudios que muestran como la emisión de sonidos consonánticos, o la aparición de las primeras palabras en TEA antes de los 24 meses, son indicadores de buen pronóstico para el desarrollo posterior del niño con TEA y predictores significativos de nivel cognitivo verbal y no verbal a la edad de 3 años. Además, la combinación de un SAAC con la participación de los padres es fundamental; pues conjugar tratamientos centrados en el lenguaje con entrenamiento a padres tiene como resultado un aumento significativo del número de palabras adquiridas por niños preescolares (Fortea-Sevilla y colaboradores, 2015).
En definitiva, el desarrollo del lenguaje en niños y niñas con TEA tiene unas características peculiares (y con muchas diferencias individuales). Estimular el lenguaje parece ser un factor fundamental en el pronóstico y evolución observada en estos niños/as.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
– Carrillo, R., y Martos, J. (2015). El silencio y la opacidad. En Arnedo, M., Montes, A.,
Bembibre, J., y Triviño, M. (2015), Neuropsicología infantil. A través de casos
clínicos. Madrid: Editorial Panamericana.
– Fortea, M., Escandell, O., Castro, J., y Martos, J. (2015). Desarrollo temprano del
lenguaje en niños pequeños con trastorno del espectro autista mediante el uso de
sistemas alternativos. Rev Neurol, 60(1),31-35.
– Mahendiran, T., Brian,J., Dupuis, A., Muhe, N., Wong, P., Laboni, A., y Anagnostou, E.
(2019). Meta-Analysis of Sex Differences in Social and Communication Function in
Children With Autism Spectrum Disorder and Attention-Deficit/Hyperactivity
Disorder. Front Psychiatry, 10.
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