Modelo DENVER: qué es y por qué recomendamos su uso

Aunque ya en ocasiones anteriores os hemos hablado del Modelo Denver (o ESDM), centrándonos en aspectos muy específicos como las evidencias de su aplicación en niños/as con TEA (Trastorno del Espectro Autista), o desgranando algunos ejemplos concretos de este método; hoy queremos profundizar un poco más en explicar con más detalle qué es y por qué es tan recomendable.

El modelo Denver es un método práctico aplicado en la atención temprana con el objetivo de priorizar conocimientos empírico-científicos en el estudio del desarrollo de los niños/as. Es aplicable únicamente en menores de entre 12 meses y cerca de los cinco años. Y su rasgo principal es su carácter científico: huye de una percepción más emocional para centrarse en la evidencia científica y analizar los efectos y las causas-consecuencias de la aplicación de acciones.

Este modelo busca amplificar el trabajo sobre aspectos muy específicos del desarrollo de las personas. En concreto, ahondar en el estudio de la atención temprana (con el objetivo de hallar indicios de retrasos o conflictos en el desarrollo) en los espacios cognitivos, socioemocionales y lingüísticos de las personas.

Al estar concebido como un modelo eminentemente científico se ayuda de herramientas prácticas para su estudio. Pero además cuenta con la ventaja de integrar para su óptimo funcionamiento otros métodos o herramientas. Es el caso de PECS (Sistema de Comunicación por Intercambio de Imágenes). Se trata de una herramienta, cuyo origen surge en el año 1985, en USA, de la mano de Andy Bondy, PhD y Lori Frost, MS. Muestra al niño/a una serie de imágenes sin acompañarse en ningún momento del lenguaje verbal. Con ella se pretende que el menor sea capaz de generar comunicación, poniendo en orden dichos elementos visuales. A veces el ofrecimiento de estas imágenes se realiza de manera acompañada; es decir, no se le entrega una sola imagen sino varias, a fin de que la persona pueda ser capaz de discernir entre unas y otras, de elegir o discriminar imágenes, y de construir oraciones por medio de dichos elementos.

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Otro método que aunque independiente se puede integrar creando sinergias con el modelo Denver es el Teacch (Treatment and Education of Autistic related Communication Handicapped Children), un programa desarrollado por Eric Schopler en los años 70, que consiste en realizar estudios estructurales que se ayuden de las propias habilidades de los niños/as con TEA. Se trata de ‘positivizar’ una situación de manera individualizada.

Asimismo, no un modelo sino una herramienta que es muy utilizada en la aplicación del modelo Denver es la imitación. Esta acción que no requiere de un conocimiento ni una intención consciente, resulta a menudo compleja para niños/as con TEA. Sin embargo, integrándola en el trabajo que se realiza con el menor, este puede llegar a aplicarla casi de forma automática por lo que se ha venido a definir como ‘Efecto camaleón’. Para ello, el modelo Denver secuencia este proceso de imitación partiendo de una imitación sobre las acciones que realizan determinados objetos, para después continuar hacia la imitación gestual; es decir, repetir los movimientos corporales. Este proceso conlleva a enfocarse a continuación en el rostro para solo entonces, una vez se ha evolucionado, intentar imitar sonidos e incluso, en algunos casos, palabras.

Objetivos y características

El Modelo Denver busca tres objetivos principales. Por un lado, como ya hemos explicado, centrar el estudio en los aspectos cognitivo, socioemocional y lingüístico de las personas. De este modo se lograría el segundo objetivo, que es reducir la severidad de los síntomas. Así mismo esto desemboca en el tercer objetivo: al reducir el grado de estos síntomas también se pretende lograr que aumente y mejore el desarrollo del niño/a en todos los aspectos de su vida. No podemos olvidar que el carácter transversal de este método es uno de sus principales valores.

Otra de las características que definen este modelo junto a la transversalidad es su enfoque multidisciplinar. En la misma línea que se hace aliado de otros métodos, también busca un abordaje desde varias perspectivas, de modo que la integración de varios profesionales conduzca a un crecimiento y evolución del niño/a. Y para ello abarca las funciones e implicación no solo de psicólogos, sino también de educadores infantiles, psicopedagogos, logopedas y otros profesionales en la materia.

Todo ello enfocado a que la interacción personal, tanto del profesional o los profesionales como del familiar, se conviertan en esencial, siendo una característica más (y muy importante) de este proceso. Esa implicación personal provoca además que de forma natural, fluida, recíproca y espontánea se integre el aprendizaje en el desarrollo.

Así, una de las ventajas de este tipo de programas es que aunque necesitan de unos profesionales en la materia que lo trabajen y enseñen al menor y a sus padres, después sus progenitores o cuidadores pueden desarrollarlo y profundizar en la aplicación en sus hogares. Es por ello que si bien la intervención del profesional es imprescindible, tanto en su introducción como en la valoración del desarrollo y evolución, también es fundamental el papel de la figura de apoyo. Los padres/madres/cuidadores son parte necesaria e insustituible de este trabajo.

Además, cabe destacar que en las sesiones de Modelo Denver siempre se trabaja con objetivos. Es importante reseñar esta característica porque de carecer de unos objetivos previos y de una estructura en el trabajo a desarrollar, no se podría a posteriori realizar una evaluación de la acción. Al ser un método científico, tan importante como el desarrollo de las acciones es la evaluación de las mismas. Ya que el estudio de los resultados nos permite generar esos datos cuantitativos y no solo cualitativos de la evolución real y de los efectos prácticos de la aplicación de este método. Definiéndolo de otro modo, sin evaluación posterior no hay empirismo, y sin preparación y objetivos no puede haber evaluación. Y si este método se ha alzado como uno de los más importantes en el tratamiento y estudio de niños con TEA y en la detección precoz de posibles trastornos en el desarrollo es, precisamente, por su carácter empírico.

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